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Rufino Elizalde
Nació en Buenos Aires, 16 de agosto de 1822 y falleció el 13 de marzo de 1887. Fue un jurisconsulto, estadista y político argentino. Fue el primer Ministro de Relaciones Exteriores de la República Argentina durante la primera presidencia constitucional del país bajo el gobierno de Bartolomé Mitre. Tras su actuación como ministro fue candidato a presidente en las elecciones presidenciales de 1868, siendo derrotado por Domingo Faustino Sarmiento. Vuelve a desempañarse como ministro de relaciones exteriores en la presidencia de Nicolás Avellaneda. Hijo del sargento mayor Don Rufino de Elizalde, "costeó sus estudios con el fruto de su propio trabajo, ya que la actuación militar del padre había comprometido la estabilidad económica de la familia; graduado en 1846, abrió ese mismo año su estudio con éxito notorio, pero paralelamente cooperó con Urquiza mediante ideas y sugestiones en la organización de la rebelión". Fue diputado provincial en la época de Juan Manuel de Rosas, personaje con quien no compartió ideales políticos. Cabe destacar la participación, principalmente intelectual, que tuvo Elizalde en el derrocamiento de Rosas. Su actuación política durante el gobierno de Rosas fue limitada ideológicamente ya que era de ideal unitario, es decir, opuesto al federalismo rosista. “Difícil, si las hubo, la situación de Elizalde en la Buenos Aires de su juventud. Parientes y amigos en ambos grupos antagónicos e irreductibles. Su correspondencia, mencionada en otros párrafos, viene a documentar la trayectoria de su vida desde que abandona el colegio hasta que se inclina decididamente por la lucha contra el tirano [Juan Manuel de Rosas] después de haber procurado avenir las «fuerzas existentes» para ver de dar un paso hacia la normalización institucional sin recurrir a las armas. “Su actuar ideológico durante el gobierno de Rosas puede llevar a muchas confusiones, ya que nunca actuó abiertamente en contra del gobernador mientras éste estuvo en el poder. En el ámbito privado se puede observar, a través del análisis de su correspondencia, que su ideología unitaria fue la que defendió a lo largo de su vida. Podemos encontrar varias cartas dirigidas a Diógenes de Urquiza, hijo de Justo José de Urquiza, en donde conspiraba para derrocar a Rosas. Fue un importante actor ideológico en el pronunciamiento de Urquiza contra Rosas. La principal crítica que se le hace a Rosas por aquel entonces es la perpetuación que tiene en el poder como gobernador de Buenos Aires (contaba con la representación de asuntos exteriores y la suma de poder público) y su falta de compromiso para cumplir con el Pacto Federal firmado en 1831. Importante es mencionar algunos de los personajes con los que mantuvo relaciones y amistades, ya que a través de la correspondencia con algunos de ellos podemos analizar las posturas que sostenía (o al menos exteriorizaba) en lo referido a su pensamiento político. Entre los personajes de mayor importancia se encuentran: Diógenes de Urquiza, quien fue también abogado, hubo mucho intercambio de correspondencia entre ellos ya que se consideraban amigos; Justo José de Urquiza también estuvo en su lista de corresponsales aunque en menor medida, lo cual no impidió que tras la Batalla de Caseros le escribiera para felicitarlo por su victoria; Bernardo de Irigoyen figura entre las personas con las que intercambió cartas, y era Elizalde quien lo mantenía al tanto de los sucesos de política exterior y sobre la situación en Buenos Aires cuando Irigoyen se encontraba en Cuyo por órdenes de Rosas; José Mármol y Ángel de Elía se encuentran en sus listas de correspondencia. Así mismo cabe mencionar, casi afirmar, que Elizalde nunca estuvo realmente del lado de Rosas ya que, posiblemente, haya sido un discípulo de Echeverría, siempre siguiendo lo expuesto por González Arrili que sobre ello dice “otros datos comprueban nuestra creencia de que Elizalde, sin nombrarlo por razones fáciles de comprender, es discípulo de Echeverría y un continuador de buena parte de sus doctrinas.”
Una vez aclarado que el pensamiento de Rufino de Elizalde no fue variable a través del tiempo, sino ocultado, podemos abordar las creencias políticas de él. Por empezar hay que aclarar que “No fue [sic] Elizalde, pues federal ni unitario. Procuró mantenerse alejado de la pasión desbordante y en alguna parte lo logró […]” (GONZÁLEZ ARRILI, Bernardo, 1948, p. 66). Pero la simpatía y admiración a Urquiza se hacen patentes una vez que sabemos su colaboración con él en lo que sería luego el pronunciamiento de Urquiza el 1 de Mayo de 1851. Elizalde se vio “apresado” en Buenos Aires, donde no pudo nunca desarrollar realmente su ideología política debido “al miedo” que reinaba en aquella ciudad durante la tiranía de Rosas. “El documento vivo de los testigos, recogido en horas cercanas al acto final de la tiranía asegura que el miedo llegó a reinar entre los porteños no importa cual fuese su situación económica o social, y con distintos grados de intensidad”. Capaz sería esa misma época de “miedo” y no el hecho que conspirase con Urquiza para el derrocamiento de Rosas, el que llevara a Rufino a escribirle a su hermano Francisco para aconsejarle cómo comportarse en medida que se hable de política durante su estadía en Entre Ríos. “Es preciso que seas muy circunscripto, y que no hables de política sino lo menos que puedas y entonces sosteniendo siempre las ideas que te he emitido; no pierdas ocasión [sic] de sostenerlas a [sic] las personas más [sic] amigas del general y á el [sic] mismo […]” “No dejes de expresar á [sic] Diógenes [sic] los inconvenientes del artículo del 5 de Enero de «La Regeneración», sobre el cual le escribo, haciéndole [sic] mostrar la carta para que veas mis opiniones á [sic] cuyo efecto les mostrarás esta. Es preciso que el que escribe los artículos [sic] esté loco, y deben ponerlo en cura.” La hora de mayor conflicto para Elizalde sería en el año 1851, momento en el cual ya conspiraba con Urquiza y lo alentaba con ideas para cuando se produzca el pronunciamiento. En aquel año su amigo Carlos Terrada, quien se había tenido que exiliar debido a su ideología liberal, publicó en el diario “La Regeneración” un artículo llamado "el año de la organización" donde exponía que era la hora para llamar a una asamblea constituyente y que la tiranía de Rosas debía llegar a su fin como consecuencia de la sanción de la constitución, constitución que había sido prometida en el Pacto Federal firmado en 1831. Tras la publicación de ese artículo Elizalde quedó bajo la mira resista, ya que era de público conocimiento su amistad con Terrada y que había sido quien, en conjunto con Terrada, habían llegado a la conclusión que lo mejor era que Carlos Tejedor se exiliara a Montevideo que fue donde empezó a colaborar con La Regeneración. Para poder desligarse de ese asunto le escribió a Diógenes de Urquiza mostrándose perturbado por lo expuesto en el artículo, esto le valió la liberación de cualquier sospecha de infidelidad por parte de Arana (mano derecha de Juan Manuel de Rosas y tío político de Elizalde) y Rosas. Una vez hecho el pronunciamiento y haberse dado la Batalla de Casero empieza a conocerse el verdadero pensamiento político de Elizalde. “Fue [sic] después, inmediatamente después de caída la tiranía y cuando don Rufino de Elizalde empezó a actuar en política al lado de los unitarios que volvían de la expatriación […]” Pero el conflicto político no terminó con la huida del tirano Rosas hacia el Reino Unido, en Buenos Aires surgirán diferente facciones que se muestran más acordes o no a la ideología llevada por Urquiza. Sorpresivamente Elizalde no estará entre los acólitos de Urquiza, sorpresivamente ya que tras haber colaborado con él para derrocar a Rosas lo abandona y se pasa al bando contrario. Es en ese momento cuando Elizalde toma partido por Bartolomé Mitre.5 “Elizalde dio [sic] un solo paso; se enroló por primera y única vez en política; se quedó con los porteños; se puso al lado de Mitre. “En 1862, al asumir la presidencia, Mitre lo nombró su ministro de Relaciones Exteriores.
"El juicio histórico reconoce en Rufino de Elizalde al primer ministro de relaciones exteriores del país, tanto en orden cronológico como en el de la competencia personal; los pleitos y rencillas internas dejados por Rosas y por el gobierno de la Confederación y las cuestiones de límites, fueron tratados y resueltos con maestría: los tratados con España, Chile, Bolivia y el de la Triple Alianza son muestra elocuente de la categoría de su gestión ministerial, que se tradujo, en última instancia, en el establecimiento de una verdadera línea política internaciones de que hasta entonces se carecía." Durante su mandato en el ministerio se produjo la guerra de la Triple Alianza, Elizalde firmó con los representantes de Brasil y Uruguay el Tratado de Triple Alianza, que en su parte pública declaraba que se estaba en guerra contra López, no contra el Paraguay. La excusa que se utilizó desde el gobierno argentino para la declaración de guerra fue que las tropas paraguayas, que iban a apoyar al partido blanco en Uruguay (las tropas eran ideológicamente opositoras a la ideología argentina), ocuparon territorio argentino (previamente habían pedido autorización para cruzar por territorio argentino pero había sido rechazada la petición por Mitre). Tras la supuesta ocupación se declara la guerra contra López, y la Argentina firma el tratado con Brasil y Uruguay. En 1868, Elizalde fue el candidato de Mitre en las elecciones presidenciales, en que su opositor más destacado era el gobernador de Buenos Aires Adolfo Alsina. Como éste no contaba con un apoyo importante en las provincias del interior, fue candidato a vicepresidente de Domingo Faustino Sarmiento. Éste derrotó a la fórmula de Elizalde y Wenceslao Paunero. Tras la derrota en las elecciones presidenciales "se reincorporó a su estudio de abogado y participó de varias comisiones públicas, tales como la de las aguas corrientes (1871), la de la construcción de la penitenciaría y la del ferrocarril oeste. Desempeñó cátedras en la facultad de derecho y actuó como encargado de negocio en Bolivia y el Estado Oriental. Colaboró estrechamente en La Nación al lado de Mitre" En julio de 1877 fue nombrado ministro de relaciones exteriores del presidente Nicolás Avellaneda, pero su actuación fue muy marginal. Renunció en octubre de 1879 y fue electo diputado nacional. Se unió a la revolución porteñista de Carlos Tejedor en 1880, y fue expulsado del Congreso, con lo que terminó su actuación pública. Falleció totalmente alejado de la función pública.